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REVISTA ESPECIALIZADA
JUSTICIA ELECTORAL Y DEMOCRACIA
Número 7 Año 6 2023
directa, ya que reincide en los individuos
causando: muerte, mutilaciones, acoso,
sanciones, miseria, desocialización,
resocialización, discriminación, represión,
detención, expulsión, etc. Sin embargo,
añade una clase de violencia denominada
estructural que es indirecta, ya que no
se produce de forma directa por otros
individuos, sino que es de carácter
institucional, estatal y social, y con un
alcance generalizado en la sociedad; acá
tenemos a la explotación por necesidad de
supervivencia o bienestar (laboral, social y
económico), por necesidades identitarias o
libertades basadas en adoctrinamientos o
alienaciones sociales.
Más allá de seguir sumando conceptos,
enfoques o características de las violencias,
es importante destacar que todos los tipos
vulneran los derechos humanos protegidos
universal o localmente por medio de
normativas y estándares mínimos que
procuran su erradicación en cualquiera de
los ámbitos. De hecho, las legislaciones
nacionales contemplan como delitos muchos
de los tipos (violencia directa) y se preocupan
por generar políticas públicas en favor de la
violencia estructural (violencia indirecta).
Por lo mencionado, la presente investigación
tiene como objeto enfocarse en la violencia
estructural, cuyo n es la alienación o
naturalización de circunstancias que
vulneran los derechos -en especial de las
mujeres- en el ámbito político, que en
palabras de Bourdieu (1999, p.224) se
denomina “violencia simbólica”, la cual es
denida como:
Esa coerción que se instituye por
mediación de una adhesión que el
dominado no puede evitar otorgar
al dominante (y, por lo tanto, a la
dominación) cuándo sólo dispone
para pensarlo y pensarse o, mejor
aún, para pensar su relación con él,
de instrumentos de conocimiento que
comparte con él y que, al no ser más que
la forma incorporada de la estructura de
la relación de dominación, hacen que
ésta se presente como natural [...].
Esta clase de violencia procura la alienación
de las personas por medio de mecanismos
de control incorporados socialmente para
incluirlos en la construcción de los individuos
de una forma natural, de tal manera, que
dicho proceso no amerite resistencia
alguna o, menos aún, una respuesta en
sentido contrario. Por lo descrito, los
mecanismos de poder y dominación
que usan estos dispositivos por medio
de la “violencia simbólica” naturalizan
circunstancias anormales y normales; tales
como: la discriminación; la exclusión; y, la
inferiorización por orientación política, de
género, etnia, estatus económico o social,
etc. Este tipo de violencia emplea códigos,
lenguajes y discursos, que provocan
representaciones sociales (hechos que no
necesitan ser probados) en la sociedad,
en especial, si se usan desde la autoridad
estatal.
En denitiva, la violencia simbólica implica
pensar: “en el fenómeno de la dominación
en las relaciones sociales, especialmente
su ecacia, su modo de funcionamiento, el
fundamento que la hace posible” (Bourdieu
y Wacquant, 1995, p. 120).
Dicho tipo de dominación produce
estructuras de carácter objetivo que se
plasman en la realidad de los sujetos como
una especie de persuasión no consciente o