LA DESAFECCIÓN
DEMOCRÁTICA Y LA
DEVALUACIÓN DE LOS
PARTIDOS POLÍTICOS COMO
MONEDA POLÍTICA: EL
CRECIENTE VALOR DE LOS
MOVIMIENTOS SOCIALES COMO
TRANSMISORES DE MENSAJES
Y TEMAS POLÍTICOS EN EL
INCIERTO MUNDO DEL
POST ELECTORALISMO FORMAL
Laura Villalba
Abogada. Magíster en
Administración Pública,
Especialista Electoral - Ocina de
Elecciones y Servicios al Votante,
Ciudad de Minneapolis, Estado
de Minnesota, Estados Unidos
de Norteamérica. Es autora
del libro “Delitos Electorales
y sus Instituciones en América
Latina”, Capítulo Paraguay. Ha
publicado artículos y reseñas
sobre temas electorales,
justicia penal, electoral,
democracia y partidos políticos.
Consultora de organizaciones
electorales, organizaciones no
gubernamentales y entidades
estatales, incluyendo: la
Comisión Federal de Elecciones
de los Estados Unidos (FEC),
la Fundación Internacional
para Sistemas Electorales
(IFES), el Instituto Internacional
Republicano (IRI), el Centro
Carter, la Organización para la
Seguridad y la Cooperación en
Europa (OSCE), la Organización
de Estados Americanos (OEA),
entre otras.
Correo electrónico:
laura.villalba@ymail.com
Fecha de recepción: 26/12/2022
Fecha de revisión: 04/05/2023
Fecha de aceptación: 23/06/2023
Fecha de publicación: 28/07/2023
RESUMEN:
La crisis de la democracia es un fenómeno global.
La democracia formal, que no tenga contenido de
gobernanza y política pública, cuyo objetivo sea
la buena gobernabilidad, es una farsa en la que los
partidos usan las elecciones para legitimar gobiernos
de la élite para su propio benecio. Los ciudadanos
están insatisfechos con el funcionamiento de la
democracia y descontentos con los partidos políticos,
porque los ven como una élite desconectada. La
crisis de relevancia, legitimidad (o sea credibilidad y
capacidad de ejercer justicia y equidad), no solo se
sintió en las estructuras partidarias, fue un fenómeno
que subvirtió a todas las instituciones sociales, con
la posible excepción de la Iglesia. La desafección
democrática tiene efectos negativos en la ciudadanía
y poder político, condicionado por las actitudes
como el desinterés, la desconanza o el cinismo
muy ligados a la gobernanza de un país.
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Laura Villalba
PALABRAS CLAVE:
Debilitamiento de la democracia, sistema de partidos políticos, desafección partidaria, apatía
política y partidaria, América Latina.
ABSTRACT:
The crisis of democracy is a global phenomenon. Formal democracy, which does not have
governance and public policy content, whose objective is good governance, is a farce in
which parties use elections to legitimize elite governments for their own benet. Citizens
are dissatised with the way democracy works and unhappy with political parties, because
they see them as a disconnected elite. The crisis of relevance, legitimacy (that is, credibility
and capacity to exercise justice and equity), was not only felt in party structures, but it was
also a phenomenon that subverted all social institutions, except for the Church. Democratic
disaffection has negative effects on citizenship and political power, conditioned by attitudes
such as disinterest, mistrust or cynicism that are closely linked to the governance of a country.
KEYWORDS:
Weakening of democracy, system of political parties, partisan and political disaffection, party
and political apathy, Latin America.
Introducción e invitación a la reexión
La crisis de la democracia es un
fenómeno global. Cada término que
introducimos a la discusión requiere su
propia denición, ya que está expuesto
a la contestación política y también de
política pública (Gallie, 1956). Entonces, no
podemos presumir que la democracia sea
una sola. Ahora, que cuente con elementos
en común, creo que es algo que podemos
plasmar y dejar como lineamientos que
permitan una conversación a distancia sobre
el tema de este artículo, que es la creciente
desafección con algunos componentes
imprescindibles, precisamente, de este
marco de referencia y acción que tiene
parcialmente como objetivo político-
losóco, la libertad y la justicia de la vida
política del ser humano. En este contexto,
la democracia sería un proceso a través del
cual los seres humanos toman decisiones
mayores y menores, que no solo determinan
las reglas del juego desde el punto de vista
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JUSTICIA ELECTORAL Y DEMOCRACIA
Número 7 Año 6 2023
de cómo coexisten, pero cuáles son los
términos bajo los que se cohabita. Para
eso se toman pulsos o se tienen elecciones
periódicas, en las que la población votante
decide de forma directa o indirecta (con
restricciones determinadas, usualmente por
la edad) sobre cuál es la política pública
que se va a adoptar, con relación a un
problema o necesidad a satisfacerse. Dado
el tamaño de las agrupaciones sociales
esto, generalmente, involucra algún
tipo de representación. Aunque también
existen fenómenos de subsidiariedad y
descentralización que permiten tomar
decisiones al nivel que se requiere ejecutar
alguna acción. Como se ve, esto adquiere una
complejidad inmensa e involucra un factor
clave que es el PODER y su manipulación
o monopolio relativo o absoluto, y ese no
es el objetivo del trabajo. Sin embargo, esto
se propone para enfatizar que un debate
sobre partidos políticos está enmarcado en
un contexto vasto que no solo se enfoca
en su descripción, explicación y posible
predicción con relación a una dimensión
de investigación muy limitada. Además,
tendremos que adoptar una denición que
incorporará componentes básicos, puesto
que cuando se habla de dichos partidos
es evidente que tienen raíces de identidad
nacional, pero su visión es global y las
fronteras míticas de los mapas no detienen
los procesos íntegros, que han hecho que un
prestigioso y popular autor, Moisés Naím,
contradice sin ningún problema hablando
tanto de El Fin del Poder: Empresas que se
hunden, militares derrotados, papas que
renuncian, y gobiernos impotentes: como
el poder ya no es lo que era (Naím, 2014)
y La Revancha de los Poderosos: cómo los
autócratas están reinventando la política en
el siglo XXI (Naím, 2022). Hoy, vivimos en el
siglo XXI con la mentalidad del siglo XIX y
las leyes, normas, reglas o ya sean regímenes
del siglo XVIII. El siglo XX se perdió en dos
guerras y la arrogancia del poder nuclear. No
hay ninguna contradicción en la solapación
de varias etapas y períodos sobreimpuestos
y coexistentes en esta compleja realidad
política contemporánea. Es, precisamente,
a causa de la imposibilidad de encontrar
soluciones fáciles a los problemas políticos
y de política pública que aquejan al mundo
político.
Desarrollo, o la
contemporaneidad expuesta a la
crítica
Desde mediados del siglo XX los partidos
políticos experimentaron dos procesos
paralelos. A través del primero, maduraron
como organizaciones aglutinadoras de
idearios y políticas públicas que llevaron
a sus líderes al poder (al ápice de la
pirámide política, ya sea por medio de
las elecciones u otro procedimiento de
naturaleza no libre y electoral). Este es el
proceso explorado con gran habilidad por
el cientíco político estadounidense Gabriel
Almond (1958). Al mismo tiempo, empezó
la gradual aparición de los movimientos
sociales, que representaban idearios más
amplios de procesos y dinámicas, que los
partidos políticos no podían incorporar,
como: el crecimiento de la población, el
ambiente, la participación de la mujer en
la vida política-económica-social y otros.
Un poco más tarde la tecnología con la
televisión y, décadas posteriores, los medios
sociales barrieron con las murallas formales
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de los partidos políticos y los dejaron en
lugares de poca relevancia electoral, ya
que los ciudadanos se autogestionaban y
organizaban, en algunas ocasiones llegando
a crear manifestaciones de millones de
personas, como lo fue la Primavera Árabe o
los esfuerzos para movilizar a la población
colombiana hacia la paz; todo esto a través
de medios sociales difusos y fuera del
control de partidos y Estados, y en manos
de organizaciones no-gubernamentales
(Sarmiento Santander, et. al., 2016). Como
lo explica Pildes (2022):
Las redes sociales también son un
contribuyente importante: hacen
posible la movilización instantánea de
la oposición, deslegitiman la autoridad
política sin importar quién la ejerza y,
especialmente en los Estados Unidos,
permiten el surgimiento de políticos
independientes que pueden encontrar
audiencias nacionales y recaudar
grandes cantidades de dinero a través
de pequeñas donaciones, incluso en sus
primeros años en el cargo. ( Washington
Post, p. 3)
La crisis de relevancia, legitimidad (o sea
credibilidad y capacidad de ejercer justicia y
equidad), no solo se sintió en las estructuras
partidarias, fue un fenómeno que subvirtió
a todas las instituciones sociales, con la
posible excepción de la Iglesia.1 (Alcaraz,
et. al., 2021). Las intervenciones militares
y las manifestaciones autoritarias de los
gobiernos que vulneraron a las poblaciones
en sus derechos humanos y las explotaron
1 Sin embargo, aún aquí es difícil generalizar, ya
que al decir Iglesia hay que tener mucho cuidado, puesto que
la Iglesia Católica perdió su monopolio con los feligreses a
nivel global ante la embestida del Evangelismo Carismático
Cristiano, encontrándose en algunos países, incluso en
América Latina, en la minoría (Parker, 2005).
de las formas más viles, mediante procesos
de corrupción institucionalizada, dejaron
desnudos a los Estados como garantes
de justicia y sin posibilidad de justicar
acciones estatales o de los actores asociados
con el Estado, como los partidos políticos,
vistos como habilitadores, facilitadores
y, en muchos casos, copartícipes de los
gobiernos militares, que no actuaron de
forma ética ni contribuyeron al bienestar
social. En todos los casos, estos gobiernos
y sus partidos salieron del Estado
desprestigiados y, tal es su continuada
irrelevancia política, que en ningún caso ni
país se ha visto el intento de intervención
militar bajo determinada circunstancia
después de los años 90. Aunque
institucionalmente, como lo documenta
Latinobarómetro (2021), se han recuperado
instituciones relativamente virtuosas
comparadas con los partidos políticos,
que no tienen ningún apoyo como actores
legítimos que representen a la identidad
política nacional. Eso se quemó con las
intervenciones que destruyeron el mito
de que institucionalmente existían para
defender al país y al pueblo del enemigo
extranjero, terminando, torturando y
asesinando a sus conciudadanos. La
memoria no permite olvidar. Como dice
el memorial argentino: Nunca Más (1986).
Pildes (2022) señala que:
El descontento de los ciudadanos es
generalizado y se moviliza fácilmente,
pero más fácilmente en la forma negativa
de rechazo a los partidos tradicionales y
guras políticas. Sin embargo, cuando
los partidos insurgentes o los candidatos
a agentes libres son elegidos, los votantes
rápidamente también se vuelven contra
ellos, en un proceso continuamente
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JUSTICIA ELECTORAL Y DEMOCRACIA
Número 7 Año 6 2023
turbulento. En el frente económico, las
quejas de los votantes se derivan de los
efectos de la globalización en la clase
media y trabajador. (p.3)
El descontento generalizado, mencionado,
traspasa fronteras y se convierte en
movimientos sociales organizados libremente
y sin ninguna cabeza, en los que la unidad
se encuentra en la oposición a estructuras
tradicionales de poder que conducían los
recursos, ya sean políticos o nancieros, a
las élites. Como lo indica este autor, el gran
desafío es que no hay una alternativa real
a las estructuras tradicionales: los partidos
políticos pueden aglutinar o agregar
intereses y representarlos en el Estado para
llevar a una gobernanza democrática. Como
señala la académica del Congreso de los
Estados Unidos, Frances Lee: “ahora estamos
gobernados por “mayorías inseguras”; los
votantes continuamente se vuelven contra el
partido en el poder. Esta agitación constante
en nuestra política genera lo que Lee llama:
“la campaña perpetua” (Pildes, 2022).
Por lo tanto, se ven más cambios de
gobierno repentinos y continuos o la franca
inhabilidad de gobernar por parte de los
ejecutivos y legisladores elegidos; el poder
judicial está tan desprestigiado como los
otros dos por el mismo problema de la
corrupción (Quiroz Villalobos, 2019). Esto
no necesariamente conlleva al caos ni al
anarquismo, pero sí al inmovilismo por parte
de la política pública y el distanciamiento
del Estado de la sociedad. La brecha entre
el ciudadano y el gobernante es cada vez
más grande, y los puentes entre los dos son
más frágiles; el tejido social se deshilacha.
Foto: www.infobae.com
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En conclusión, y citando una vez más a Pildes
(2022): “la fragmentación de los partidos y
el surgimiento de políticos esencialmente
independientes están dicultando la
implementación de un gobierno ecaz en
todo Occidente” (p.1).
La aparición del autoritarismo
como alternativa al partido
político democrático
Hay una dinámica preocupante que
parece paralela al debilitamiento de los
partidos tradicionales y las elecciones con
contenido signicativo, y no es parte de un
proceso formal. Es el movimiento gradual,
pero certero y claramente observable de
las democracias occidentales hacia el
autoritarismo. Esto no es una deformidad
exclusivamente occidental, pero sí se puede
observar con claridad, porque son procesos
casi sui generéis en cada país, que se
relacionan entre sí mediante una dinámica
global de líderes populistas autoritarios,
como: Donald Trump, Vladimir Putin, Viktor
Orbán, Rodrigo Duterte, Paul Kagame
y, en especial, aquellos más cercanos a
nuestra región, como: Andrés Manuel
López Obrador, Daniel Ortega, Nayib
Bukele, Nicolás Maduro, Pedro Castillo,
Cristina Fernández de Kirchner, entre otros.
En realidad, la lista es casi interminable.
Elegidos por vía de las elecciones formales,
se perpetúan en el poder, a través de las
mismas y, de esta forma, contaminan
los procesos democráticos, volviéndolos
autoritarios (Applebaum, 2021).
En América Latina, Sousa y Ávila (2019)
describen con claridad el deslizamiento
hacia el autoritarismo: el n del ciclo
de redemocratización de muchos países
latinoamericanos viene marcado por
la decepción con una clase política
involucrada en profundos casos de
corrupción y con cuestionamientos
al modelo de nanciamiento de
campañas electorales. Como resultado,
el comportamiento de ese segmento
gobernante tuvo un peso determinante
sobre el rechazo a la clase política
de los partidos tradicionales en las
últimas elecciones. Este cansancio
hacia los políticos de siempre favoreció
el surgimiento de aquellos que se
presentaron como independientes, novatos
y a veces técnicos o incluso apolíticos,
redundando en el ascenso de populistas
y “salvacionistas”. Como consecuencia,
en esos países viene creciendo el rechazo
a los partidos políticos más antiguos y
aumentando la adhesión a líderes de
partidos de extrema derecha (Sousa y
Ávila, 2019).
La derecha en la región no es más que una
versión de la pretensión de monopolizar
el poder estatal, ya que la izquierda hace
lo mismo. Se usan argumentos distintos,
pero al n de cuentas lo importante es el
monopolio del poder, la eliminación de
la competencia política, el cierre de las
avenidas de disenso y el enriquecimiento de
la clase dirigente, a través del movimiento
de recursos de la parte de abajo de la
pirámide económica hacia la parte de arriba
por medio de procesos de corrupción que
son más absurdos y burdos que racionales;
y, casi siempre, son motivo de la caída
de estos gobiernos (junto con los abusos
masivos de los derechos humanos). Basset
(2019) concluye que: “La aversión hacia los
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JUSTICIA ELECTORAL Y DEMOCRACIA
Número 7 Año 6 2023
partidos es un limitante para estas fuerzas
mientras no sean capaces de inventar formas
de organización alternativas” (p.1). Como se
precisó, los partidos no tienen la capacidad
organizativa ni de legitimidad para extender
su ideario a los movimientos sociales que
surgen de las necesidades diarias que los
ciudadanos suplen o solucionan con la
autogestión.
Habiendo entregado la sentencia de muerte
a los partidos tradicionales, por ejemplo, el
partido Liberal y Conservador en Colombia
perdieron, nalmente y por completo, su
relevancia durante la elección del Presidente
Petro en el 2022. Lo mismo se podría
decir de muchos otros casos en la región,
todavía se ven partidos personalistas que se
organizan alrededor de una personalidad y
llevan a este individuo al liderazgo ejecutivo,
como lo hizo el Partido Libre (Libertad y
Refundación) con Xiomara Castro de Zelaya,
en Honduras. Entonces son los partidos
tradicionales los que han muerto. Lo que
se ve son partidos nuevos de permanencia
incierta que responden a lo que indicó la
académica Lee: “la campaña perpetua”;
esto es parte del proceso populista que se
observa en la región.2
Dichos procesos han preocupado
profundamente a la academia3 y al
mundo político de las organizaciones
2 Siendo este “un movimiento nacional-popular
en el que se moviliza, mediante un líder, a un pueblo que
pone en entredicho, por medio de una ruptura antagónica y
una lógica polarizadora, el estado natural de cosas vigentes.
Movilización popular que está en permanente tensión para
lograr su institucionalización, ya que está en busca de un
reconocimiento que por mucho tiempo le fue negado. Todo
ello, en un contexto de crisis hegemónica” Riveros, C. (2018).
3 Por ejemplo, a Mounk, Y. (2022). The Great
Experiment Why Diverse Democracies Fall Apart and How
they Can Endure.
internacionales gubernamentales4 y no
gubernamentales, por ejemplo5.
Sin embargo, no se percibe ninguna solución
política autóctona y auténtica a mediano
o largo plazo, dadas las circunstancias
que incluyen la pandemia del COVID-19,
una crisis económica global y una guerra
que cuestiona los pilares del sistema legal
internacional (Ucrania). En este sentido
Montero, Torcal y Gunther (1998) hacen
notar que:
La cultura política es un fenómeno
multidimensional. La literatura sobre la
cultura política de las viejas democracias
se ocupa de numerosos casos en los que
se interpreta que cualquier signo de
insatisfacción con la democracia puede
conducir a una crisis de la legitimidad
democrática. (p.43)
Y es, precisamente, esa crisis de legitimidad
a la que se enfrenta cada gobierno que llega
al poder, viendo que al entrar al Palacio
de Gobierno tiene las riendas del poder
formal, pero no la capacidad de gobernar
con ecacia, ni eciencia, ya que las
órdenes no se cumplen o lo hacen dando
lugar a la tentación del autoritarismo y
la decisión por at. Uno podría decir que
la antigua sentencia colonial ha revivido
“Obedecemos, pero no cumplimos.
El lector estaría por buen camino esperando
que todas estas reexiones llevaran a una
prescripción muy negativa y a un pronóstico
4 Se puede citar al Secretario General de las
Naciones Unidas Guterres, A. (2022). Backsliding of
democracy worldwide.
5 Un caso importante sería Transparencia
Internacional en Pring, C., & Vrushi, J. (2019, January 29).
Tackling the crisis of democracy, promoting rule of law and
ghting. Transparency.org. Revisado el 26 de diciembre de
2022. https://www.transparency.org/en/news/tackling-crisis-
of-democracy-promoting-rule-of-law-and-ghting-corruption
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EL CRECIENTE VALOR DE LOS MOVIMIENTOS SOCIALES COMO TRANSMISORES DE MENSAJES Y TEMAS POLÍTICOS
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bastante negativo. Sin embargo, ese no es el
caso dadas las capacidades de autogestión
a nivel local demostradas alrededor del
mundo. Ya sea para solucionar problemas de
alcantarillado (subsidiariedad en la Unión
Europea) o responder a la toma de poder por
parte de las Fuerzas Armadas (Myanmar), las
poblaciones demuestran gran resiliencia y
una extraordinaria capacidad de autogestión
que, aunque no alimenta la formación de
partidos tradicionales y procesos electorales
formales, sí lleva a la organización social y la
activación de grandes capacidades de ejercer
cambio a nivel local. Sin ser el objetivo nal
de estas reexiones, bastaría con orientar
al lector al movimiento del comunitarismo
y el valor del bien común (Rubio, 2007).
En este contexto, la participación ya no es
cuestión de ser militante en un partido o
de solo participar en elecciones formales,
rutinarias y meramente simbólicas, pero
sí tener derechos y deberes, así como
responsabilidades que obligan a pertenecer
a la sociedad, donde las acciones de la
política pública se enfocan en el bien común
y el Estado de Derecho (Rule of Law), no solo
siendo una guía o norma de comportamiento
sino un elemento fundacional social que
rige las actuaciones políticas del ciudadano
y el Estado. La gobernanza y gobernabilidad,
conceptos enriquecidos, entre otros por
Joan Prats, son cimientos de democracias
enfocadas al bien común (Varela, 2011).
Esta abstracción se vuelve realidad cuando
las prácticas de la democracia electoral
adquieren características que fomentan la
participación y no solo la hacen más fácil,
sino más accesible. Pildes (2022), se reere
a los Estados Unidos, pero en el hemisferio
hay muchas limitantes al voto que se podrían
eliminar y generar más conanza en el
votante, en la transparencia y la integridad
del sufragio:
Foto: www.freepik.es
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REVISTA ESPECIALIZADA
JUSTICIA ELECTORAL Y DEMOCRACIA
Número 7 Año 6 2023
Aun así, existen reformas institucionales
que podrían ayudar a Estados Unidos
a rechazar el faccionalismo y la
fragmentación: cambios en la estructura
de las elecciones primarias; el uso de
la votación por orden de preferencia;
distritos electorales más competitivos;
formas tradicionales de elecciones
nanciadas con fondos públicos (en
lugar de aquellas basadas en pequeños
donantes); mayor aporte de las guras
electas del partido en la elección de
los candidatos presidenciales. Si las
democracias son incapaces de brindar
un gobierno efectivo, la desafección, la
ira y la alienación seguirán creciendo.
Peor aún, ese fracaso puede atraer a
los votantes hacia líderes autoritarios,
que prometen acabar con la disfunción
y ofrecer lo que los gobiernos
democráticos parecen incapaces de
proporcionar. (p.4)
Después de varios ciclos de autoritarismo
en América Latina, la democracia formal
electoral, especialmente, a través de su
aspecto aglutinante, evidencia que los
partidos políticos han sufrido un tremendo
desgaste que ha llevado a la desaparición de
algunos partidos tradicionales, pero también
a la irrelevancia del modelo electoral formal
y simbólico. Asimismo, existe un control
por parte de los partidos, en el sentido de
cómo acceder a ellos y acerca de quién es
elegido en listas controladas, conformadas
y seleccionadas por estos, basados en un
cúmulo de intereses y en la diversidad
de sociedades cambiantes, que ahora
se encuentran a la deriva y abiertas a la
manipulación de movimientos de masas
que se centran alrededor de personalidades
y no de programas, de mensajes pasajeros
y no de intereses permanentes de
desarrollo, de crecimiento y de maduración
democrática (en especial la inclusión más
que formal de los excluidos en alianzas
que, signicativamente, empoderan a la
población a tomar control sobre el rumbo
de sus destinos).
Desafortunadamente, la coyuntura que
incluye la masicación de información
de dudosa procedencia y credibilidad, a
través de los medios sociales se ha unido
al desprestigio de los partidos políticos
para producir un populismo que no tiene
losofías, pero es tendencioso, es decir
va desde el extremo autoritarismo hasta
el absurdo comunismo, uniéndose en el
abuso de la ignorancia (que es simplemente
la falta de información y profundidad de
conocimiento del ciudadano común) para
aprovechar el deshilachamiento del tejido
social, producto de la urbanización (3 de
4 latinoamericanos viven en el mundo
urbano) y la penetración de los medios
sociales, más no de su buen uso racional y
educado en marcos de referencia formales
(Ehmke, 2022), encauzando a una perfecta
tormenta de participación emotiva que no
tiene contenido de política pública, pero sí
de proyectos y proyecciones personales y
personalistas que han llevado al borde del
colapso a una mayoría de países del mundo
Hispano-Lusitano.
Si hay una encuesta respetable que muestra
la preocupante realidad de los partidos
políticos tradicionales, es la realizada por
Latinobarómetro (2020) que indica que,
entre todos los actores institucionales de
las sociedades de la región, los partidos
políticos están en el último lugar con un
apoyo del 13 %, esto comparado con la
iglesia que tiene un apoyo del 61 %, a pesar
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Laura Villalba
de la evidente secularización de la región.
El porqué es evidente y es un llamado a la
acción por parte de políticos y ciudadanos.
Los partidos no tienen legitimidad y tampoco
juegan un papel signicante en la solución
de los múltiples problemas que aquejan a
la región, desde la corrupción hasta la seria
degradación del ambiente. Al contrario, son
vistos como vehículos que sirven a intereses
particulares, a explotar y abusar del poder
y de la ciudadanía/población. No ofrecen
más que promesas y no cumplen ningún
compromiso con la sociedad, ya sea fuera
o dentro de un gobierno. Son vistos como
una sombrilla que cubre las acciones de
individuos que usan y abusan del poder
para enriquecerse personalmente y ampliar
los campos de control, y dominio para sus
allegados, sean familiares o seguidores
aliados a sus partidos. ¿Maa? Sí, “Maa
o Patria”, como lo expresa el político
paraguayo liberal Efraín Alegre. La pregunta
puntual sería ¿Hay algún político tradicional
que se escapa del abuso del poder?
Entonces, los partidos políticos se han
convertido en mecanismos similares a las
maas o familias de patronaje y clientelismo
que sirven a los que están en el poder y no
dan ningún benecio a sus militantes, lo que
se reeja en los bajos índices de votación y
participación ciudadana en las elecciones,
desde las locales hasta las nacionales/
generales. Esto a pesar de importantes
logros en limpiar y legitimar los procesos
electorales formales, y hacerlos más
transparentes, participativos e inclusivos; así
como menos abiertos a las manipulaciones
de las que antes eran víctimas por los partidos
políticos en sus momentos de mayor auge.
Sin la mediación de dichos partidos entre la
población y los centros de poder, no existe
una clara articulación de las necesidades de
la población de una forma lúcida, o sea la
famosa aglutinación de intereses formulada
por Sartori (2005). Este en un fenómeno
casi universal, ya que no parece existir país
exento de la aparición y el activismo del
populismo, así como de la tendencia a dejar
que el sistema político se mueva hacia el
extremismo autoritario. Se ve en los Estados
Unidos, Italia y Rusia, por no mencionar a
la China Popular. Estos cuatro países son
muy distintos y; sin embargo, han sido
victimizados por las llamadas de las síldes
del despotismo que tienen la concentración
del poder alrededor de individuos, partidos
excluyentes, limitantes y no aglutinadores.
Esta situación provoca preocupación, no
solo por su paralelismo histórico antes de la
Segunda Guerra Mundial, sino por la falta
de alternativas viables de gobernanza y
gobernabilidad democráticas, participativas
e incluyentes apoyadas por las más diversas
poblaciones. Las dinámicas creadas por los
medios sociales, en especial aquellas de
un aislamiento intelectual y la creación de
realidades cticias y alternas alt-reality, han
generado una multiplicidad de movimientos
que parecen distintos, pero que en común
atacan los modelos de participación abierta
asociados al liberalismo clásico, que
protege los intereses y voces de las minorías
(Fukuyama, 2022). Hoy, lo que mueve a las
masas son las conspiraciones tipo QAnon
(Estados Unidos, un país con una venerable
historia de creencia popular en las teorías
de la conspiración) o similares que dividen
y segmentan a una población o nación y
generan distrust/desconanza, precisamente,
en el momento cuando la interdependencia
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económica y la interpenetración tecnológica
han pasado su punto clave/the tipping
point (Gladwell, 2020). Es posible que el
aislamiento propuesto por los promotores
del hipernacionalismo de medios sociales y
de comunicación tradicionales colonizados
por ideologías tendenciosas como FOX en
los EE. UU. (como los regímenes difunden
y manipulan la información) sean una
reacción a esta internacionalización y
globalización, pero lo único que generan es
una contra corriente que no ha podido ni
podrá contrarrestar las fuerzas dominantes
de la erosión de fronteras provocadas por
el internet y las cadenas de suministros
globales. Queramos o no, aunque no
nos movamos nunca de donde nacemos,
crecemos y morimos, somos ciudadanos
globales. Esto no solo molesta, irrita y
enfurece a los neonacionalistas que se
ven asediados por las multitudes llenas de
diversidad, que se mueven como olas de
un lugar a otro sin respetar fronteras y que
no pueden detenerse ni con muros ni con
armas. El desafío del Sigo XXI es ¿Qué hacer
con el otro? ¡Quién no es como tú o yo!”
(Fuentes, 2010).
Podemos hablar de un profundo desgaste
del sistema democrático y de los partidos
políticos, la continua desafección con
el gobierno, el colapso e irrelevancia
de partidos y guras tradicionalmente
dominantes, y la constante búsqueda de
alternativas. La naturaleza de la autoridad
política ha cambiado. El poder político
se ha fragmentado, ya que los votantes
abandonan los partidos tradicionales y
se vuelven hacia partidos insurgentes
advenedizos o políticos independientes y
agentes libres de todo el espectro político.
A esto llamamos, desafección democrática,
falta de interés por la política partidaria y
la desconanza de las personas hacia los
políticos y sus instituciones. Los ciudadanos
no expresan duda o temor en que el sistema
democrático sea bueno o no y están lejos de
prescindir de él, lo que sí se puede observar
es el distanciamiento entre el ciudadano y
la política, pues no se sienten conectados,
vinculados ni comprometidos con la
práctica política y esto se reeja en la baja
participación en las elecciones.
A modo de conclusión o la
invitación a más reexión y acción
La democracia formal que no tenga
contenido de gobernanza y política pública,
cuyo objetivo sea la buena gobernabilidad,
es una farsa en la que los partidos usan
las elecciones para legitimar gobiernos
de la élite, para su propio benecio.
Los ciudadanos están insatisfechos con
el funcionamiento de la democracia y
descontentos con los partidos políticos,
porque los ven como una élite desconectada.
Sin embargo, dichos partidos son
una piedra angular tradicional de la
democracia representativa y desempeñan
una función singular, como ninguna otra
institución; además, contienden y buscan
ganar elecciones, a n de administrar
las instituciones públicas. Estos plantean
políticas públicas que son construidas
con base en las preferencias de la
población. A través de sus opciones de
candidatos y políticas ofrecen alternativas
de gobernabilidad, y buscan fortalecer
las instituciones políticas nacionales el
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LA DESAFECCIÓN DEMOCRÁTICA Y LA DEVALUACIÓN DE LOS PARTIDOS POLÍTICOS COMO MONEDA POLÍTICA:
EL CRECIENTE VALOR DE LOS MOVIMIENTOS SOCIALES COMO TRANSMISORES DE MENSAJES Y TEMAS POLÍTICOS
EN EL INCIERTO MUNDO DEL POST ELECTORALISMO FORMAL
Laura Villalba
momento de presentar sus candidaturas en
las elecciones y de movilizar a las personas
que respaldan su visión de interés nacional.
Si bien existen partidos políticos sin
democracia, no puede existir democracia
sin partidos, puesto que no serían realmente
representativos y participativos, por lo que
es posible que se tengan que reinventar
(Villalba, 2017). Entonces, la prescripción
vista como medicina para el cuerpo político,
es el rediseño de un componente formal
que integra todo lo que hace el partido,
un elemento de construcción viva de la
democracia y no un muro contenedor del
autoritarismo. Es un desafío extraordinario.
La desafección representativa es el
sentimiento de rechazo o distanciamiento
que experimentan los ciudadanos ante las
instituciones y los agentes de representación
política. Es una expresión de desafección
política, es decir, el “sentimiento subjetivo
de impotencia, cinismo y falta de conanza
en el proceso político, los políticos y las
instituciones democráticas, aunque sin
cuestionar el régimen político” (Torcal y
Montero, 2006, p. 1339). También, es un
problema social importante que se fue
aanzando cada día, a causa de la crisis
en la representatividad social y política;
y, en el medio pulula la corrupción
política, social y del Estado, como uno
de los principales problemas del país,
además de la dudosa reputación por
parte de sus representantes (Cotler, 2015).
No es de esperar que ni los sistemas
políticos, ni los partidos se reinventen a
corto plazo; no obstante, sí es importante
mantener un cuidadoso apoyo en los
procesos de participación popular que
empoderan a la población dentro y fuera
de las organizaciones sociales tradicionales
o emergentes. Eso es algo nuevo para la
región, con su fuerte tradición de recelo a
la participación ciudadana confundida con
el comunismo de antaño. Como hoy ya no
existe ese espectro, pero si el gran peligro
de la masicación de la participación
popular a través del populismo de cualquier
extremo, sea autoritario, en nombre de una
persona o del pueblo (la antigua derecha y
la izquierda; hay que tener mucho cuidado
con los lemas que se usan para identicar
a los movimientos populares del presente y
futuro), la expectativa es que la participación
ciudadana se centre en los “nuevos” temas y
preocupaciones de las igualdades de género,
raza o identidad, el ambiente y de otros
“problemas complejos” o “perversos” que
aquejan a nuestras sociedades. Para enfrentar
estos desafíos, un partido tradicional es tan
relevante como la mal llamada medicina
medieval, lo es para el COVID-19 de hoy.
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