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ARTE Y CULTURA DEMOCRÁTICA

EL ESTADO SUPRANACIONAL

KARLA LOOR
Ab. Karla Loor Zambrano Mg.
Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí (ULEAM)


Magíster en Educación con mención en Docencia e Investigación en Educación Superior.

Ha prestado sus servicios profesionales en instituciones públicas, como: el Ministerio de Trabajo- Delegación Regional de Trabajo y Servicio Público de Manabí, Secretaría Técnica del Sistema Nacional de Cualificaciones Profesionales (SETEC), Coordinación Zonal 4 de Educación y en el Consejo Nacional Electoral, en calidad de Vocal Principal de la Junta Provincial Electoral de Manabí, para el proceso de las Elecciones Seccionales y del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social (CPCCS) del 2019. Actualmente, labora la Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí (ULEAM).

Mediante la lógica con la que surgieron los Estados para desarticular las antiguas formas de gobierno monárquico, provienen los Estados supranacionales de apariencia democrática, donde por ejemplo, la experiencia en el continente europeo, se distingue de la de una generación con formación análoga. A partir de esto, es importante indagar si este nuevo imperio global tiene injerencia directa en las democracias nacionales.

Los mecanismos de control, diseñados a través de las Constituciones de cada país, surten efecto al interior de los gobiernos nacionales; sin embargo, estos instrumentos no afectan las manifestaciones de poder del Estado supranacional, lo que supondría una inutilidad de los mecanismos constitucionales. Por otra parte, se puede distinguir que los partidos políticos han sido concebidos para funcionar dentro del territorio nacional; no obstante, la actuación de los representantes fuera de las fronteras, se encontraría lejos del control efectivo, donde la labor se guiaría por los compromisos y objetivos de alcance superior, como también aspectos concernientes a la homologación económica y financiera, pasando a un segundo plano los contenidos sociales o las políticas internas.).

Control y poder: Poder y legitimidad

Dentro de las reacciones sociopolíticas surge el concepto de legitimidad, la cual se distingue como la relación tácita entre los gobernantes y gobernados,

en la que se establecen determinados principios y reglas, así como atribuciones y límites en las acciones enmarcadas en el poder del Estado.

Además, para que exista legitimidad en un gobierno de carácter democrático, es importante que este se enmarque en los principios de soberanía, representación y, esta a su vez, se encuentre expresada mediante el derecho a la oposición y la libertad de sufragio.

Entonces, a partir de lo expresado, se distingue que el poder es legítimo cuando emana de la democracia, que se fundamenta en el principio de delegación aplicado a la sociedad a través de la elección popular. Aunque, la ostentación del poder democrático, se evidencia cuando la población elige a sus representantes, no deja de existir un aparente miedo por la libertad que denota cuando el gobierno se autoproclama representante de la ciudadanía y evade las reglas de control establecidas; entonces, surge la ilegitimidad del poder.

En este sentido, la ilegitimidad se aprecia cuando, el ejercicio del gobierno carece de fundamentos legales y la población no ha brindado su consentimiento para que este ocupe dicha dignidad. De este modo, se pueden diferenciar dos vías: la primera, que consiste en la prelegitimidad, es decir, el poder tiene un origen legítimo, pero la sociedad no la admite ni le brinda obediencia; y, la segunda, el cuasilegítimo, cuyo origen no es legítimo, pero goza de aceptación por parte de los gobernados. Por ende, la capacidad de aquiescencia de la sociedad ante la manifestación de poder, transformaría en cuasilegítimo el poder ilegítimo.

En principio, nada impide que dentro de un mismo proceso del poder, distintas actitudes colectivas, conduzcan a diferentes encuadramientos clasificatorios de este; es decir, un poder considerado como legítimo puede perder el consentimiento colectivo en un momento posterior, o a la inversa, un poder carente de legitimidad y advertido en esos términos por la sociedad -por varias circunstancias- puede recibir la aceptación general. En ese contexto, estas tendencias podrían ser oscilantes e ir de un sentido al otro. Por citar un ejemplo sobre este particular, se menciona a Antonio López de Santa Anna (México), quien fue llevado al poder en 11 ocasiones, a veces mediante procedimientos adecuados a la Constitución; en varios casos llegó con el consentimiento colectivo, para luego perderlo junto con el ejercicio del poder.

Todo este proceso es importante para alcanzar un adecuado entendimiento de la función de los controles del poder. Este ejercicio tiene un doble efecto en la sociedad, hace predecibles y confiables las acciones del poder, en el sentido de que por una suposición fundada es posible esperar una cierta congruencia entre la conducta actual y la posterior. En conclusión, la fiabilidad reside, de manera literal, en la probabilidad del buen funcionamiento de las cosas.


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